Quienes recorran hoy América Latina podrán ver infraestructuras que antes no estaban y oirán hablar de planes de infraestructuras que ahora no están y prometen estar. Pero todas ellas están diseñadas para sacar más rápido de esos países las riquezas con las que la tierra les bendijo y por las que la ambición del hombre les condenó. El visitante apreciará en las ciudades evidencias de la llegada de una modernidad de cemento, acero y cristal que deslumbran los ojos con sus reflejos dorados y no dejan ver a quienes quedan a la sobra de estos tiempos… los nuestros, los pobres.
El 15 de Julio de 1979 Monseñor Romero (recientemente beatificado por el Papa Francisco) dijo: “¿De qué sirven hermosas carreteras y aeropuertos, hermosos edificios de grandes pisos, si no están más que amasados con sangre de pobres que no los van a disfrutar?”, 35 años después de ser asesinado por decir cosas como éstas en defensa del pueblo del Salvador, en América Latina, apenas nada ha cambiado.
Toda América Latina sufre aún (y cada vez más) la bien llamada “maldición de los recursos” que no es otra cosa que el resultado de una inhumana ambición de un sistema social y económico que devora la naturaleza y a sus habitantes en busca de más petróleo que quemar, más madera que cortar y más metal y mineral que arrancar de las profundidades.
Esas huellas de muerte recorren la verde Colombia tiñéndola de rojo desde hace más de 500 años, desde el oro que deslumbraba a los colonos al petróleo y el gas que ansían las multinacionales pasando por el café de los pequeños agricultores aplastados por caciques latifundistas, hasta el agua clara (dador de toda vida) se convierte en el botín de aquellos que matan a quienes encuentra y hace huir a aquellos que no tiene más remedio que salir corriendo hacia lugares a los que (de hecho) no pertenecen dejando atrás todo aquello que (de derecho) les pertenece.
Mientras nosotros escribimos esto, la Unidad de Atención a Víctimas del Gobierno de Colombia reconoce registras a 7.392.679 víctimas del conflicto (cuando usted lo lea ya serán muchas más).
La Institución Universitaria CESMAG (www.iucesmag.edu.co) de Pasto, Colombia, creada por los Hermanos Capuchinos colombianos, articuló desde finales del año pasado un convenio de colaboración con la asociación franciscana SERCADE (www.sercade.org) que desarrolla los proyectos sociales de los Capuchinos de la provincia de España. Desde entonces, los capuchinos colombianos y los españoles están demostrando cada día que los lazos que los unen son muchos más largos y fuertes que el océano que los separa y financian y trabajan al 50% en un proyecto que da asistencia psico-social a varias comunidades rurales de Nariño (una de las regiones más afectadas por la violencia), en la ciudad de Pasto (una de las principales ciudades receptoras de personas desplazadas por la violencia) y en Madrid donde se ofrece acompañamiento a colombianos que se vieron obligados al exilio por la violencia estructural que se sufre cada día en Colombia.
El proyecto de estas dos instituciones está gestionado por el Centro de Intervención Psicosocial de la IU CESMAG (ci.psicosocial@iucesmag.edu.co) y aunque estamos muy felices con nuestros primeros resultados, reconocemos que nuestros medios no son suficientes para atender la gran demanda de asistencia que recibimos desde las instituciones, comunidades y personas que cada día nos solicitan nuestra humilde ayuda.
Si quieres colaborar con nuestra hermosa y dura tarea de aportar un granito de arena a la Paz, la Justicia Social y la relación fraterna entre el ser humano y la naturaleza ponte en contacto con nosotros.
Paz y Bien.
Miguel Ángel Estévez Paz.
Director del Centro de Intervención Psico-Social.
I.U. CESMAG, Nariño, Pasto, Colombia.
maestevez@iucesmag.edu.co