Muchos de los jóvenes que tenemos en el programme Afrique de SERCADE han llegado aquí a través de distintas rutas marítimas. Salieron en busca de una vida mejor para ellos y sus familias. Son historias que han salido bien, con éxito, aunque el “tortazo” en destino es fuerte.
Cuando nos llegan noticias de desapariciones y muertes en cayucos, estos chicos recuerdan sus propios viajes, su dolor, sus dificultades y son sensibles ante lo que les ha sucedido a otros compatriotas. Uno de los gestos espontáneos que surgen en nuestro centro es el de rezar: por los muertos, por los desaparecidos, por sus familiares…
Así lo hicimos en la tarde del día uno de octubre.
Tras las clases de español, estábamos convocados para participar, a las seis de la tarde, en una sencilla oración espontánea ante la última tragedia del Mediterráneo. Formamos un círculo en la sala y de manera sencilla rezamos a Dios. Cada uno en su propia lengua, desde sus propias creencias, desde su fe. Cristianos, musulmanes, personas de distintos credos; subsaharianos, marroquíes y argelinos; en francés, en inglés, en español, en árabe, en bambara, en wolof y otros idiomas de África, alrededor de cuatro velas colocadas en la mesa central, rezamos… Los traductores a las distintas lenguas permitieron que todos entendiéramos las oraciones de los demás y las lágrimas de quien se emocionó ante el dolor de la muerte…
La oración es cauce de solidaridad y en estos días de la fiesta de san Francisco ha sido también cauce de fraternidad. Es hermoso participar de manera sencilla en este tipo de encuentros sencillos en el que todos nos sentimos iguales, sin ningún tipo de barreras ni complejos étnicos o religiosos.
En este año en que como Capuchinos de España al celebrar los 800 años del Cántico de las Criaturas iremos “Cantando la vida”, no podemos ni queremos perder la sensibilidad ante la tristeza de la muerte y del dolor que produce tantas muertes injustas.
Benjamín Echeverría
Author Nga Abanfegha