Los cambios que ha tenido la ley de eutanasia y suicidio asistido en Holanda en el transcurso de estos veinte años desde su aprobación son muy importantes y conviene conocer esa trayectoria. Uno de los más significativos es el pasar de considerar sufrimiento insoportable no sólo el sufrimiento físico, sino también el sufrimiento psíquico.
Por lo tanto, personas que invocan un sufrimiento insoportable por causas como la depresión, la soledad o el cansancio de vivir pueden pedir la eutanasia y ser aprobada su petición. Es decir, que la condición originaria de admitir la petición de eutanasia cuando la persona tuviera una condición de terminalidad queda anulada.
La revista Autogestión ha publicado unas opiniones muy interesantes de expertos médicos que proporcionan otros puntos de vista. Uno de ellos es el doctor Herbert Hending, catedrático de psiquiatría del New York Medical College, que estuvo en Holanda estudiando la situación y evolución de la ley de eutanasia en estos veinte años.
El considera que en las dos últimas décadas, Holanda “se ha deslizado desde la eutanasia para enfermos terminales a la eutanasia para enfermos crónicos; desde la eutanasia para enfermedades físicas a la eutanasia por malestar psicológico; desde la eutanasia voluntaria a la involuntaria, que se ha visto justificada por la necesidad de tomar decisiones por los pacientes que no tienen ya lucidez”.
Este doctor teme que el suicidio asistido y la eutanasia lleguen a ser el modo rutinario de tratar a enfermos graves y terminales, quedando en un segundo plano el desarrollo de los cuidados paliativos, que aseguran la permanencia del médico y el alivio del sufrimiento hasta el final. Hending afirma que, cuando esto se da, la mayor parte de los pacientes no quiere ya morir y están agradecidos por el tiempo que aún les queda de vida.
Otro doctor, Marcos Gómez, responsable de la unidad de cuidados paliativos de Gran Canaria teme que “nos dirigimos hacia una nueva ingeniería social basada en criterios fundamentalmente biopolíticos, donde colectivos humanos enteros podrán ser eliminados o marginados legalmente. La vida humana no merecería ser vivida más que en determinadas condiciones de plenitud, frente a la convicción que considera que la vida humana es un bien superior y un derecho inalienable”. Y concluye que “defender la vida humana y su dignidad en cada una de sus fases, en todas las circunstancias sin excepciones; defender la vida del no nacido, del que muere de hambre, del que es explotado y esclavizado, del anciano y del enfermo es luchar contra el totalitarismo”.
Como podemos comprobar, la cuestión de la eutanasia y el suicidio asistido no es algo menor y conocer diferentes posturas sobre esta problemática nos interesa a todos, aunque nos hayan privado de ello. Merece la pena, pues, buscar por nuestra cuenta buena información por todos los medios que tengamos a nuestro alcance, ya que la ley entrará en vigor próximamente.