En este inicio del Año Santo 2025, el Papa Francisco nos invita a dirigir nuestra mirada y plegarias hacia una de las más profundas heridas de la humanidad: la falta de acceso a la educación para migrantes, refugiados y víctimas de la guerra. Con su intención de oración de enero, el Papa nos recuerda que la educación no es un privilegio, sino un derecho humano fundamental, indispensable para construir un mundo más justo y en paz. Bajo el lema del Jubileo, "Peregrinos de esperanza, por el camino de la paz", la educación se erige como un medio esencial para superar barreras y tender puentes.
La educación como herramienta transformadora
El Papa Francisco ha insistido en que la educación no solo forma mentes, sino también corazones. Para quienes han perdido su hogar, sus raíces y, en ocasiones, su dignidad, acceder a la educación es más que aprender a leer o escribir; es recuperar la esperanza, reconstruir sueños y encontrar un espacio donde se les reconozca como personas íntegras, con potencial y valor.
En el contexto de los migrantes y refugiados, el acceso a la educación se vuelve un acto de justicia y solidaridad. Es garantizar que los niños, niñas y jóvenes desplazados por la violencia o la pobreza puedan aspirar a un futuro mejor, lejos de la exclusión o la marginalidad. Es también un compromiso ético para quienes somos testigos de sus historias, de su dolor ...
SERCADE: acogida y educación como respuesta solidaria
En este horizonte de necesidad y esperanza se sitúa el trabajo de SERCADE (Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad), la ONG de los hermanos capuchinos en España. Comprometida con la dignidad de las personas, SERCADE ha sido un faro para muchos migrantes y refugiados que llegan buscando nuevas oportunidades y una vida libre de persecuciones. En sus centros de acogida, los hermanos capuchinos ofrecen más que refugio y alimento, dinamizan una formación educativa y profesional, esenciales para la integración social.
En el contexto de esta intención de oración del Papa, el trabajo de SERCADE con migrantes resalta como un ejemplo concreto de cómo la Iglesia puede ser un puente entre el clamor de los más vulnerables y la construcción de un mundo más inclusivo. A través de programas de alfabetización, clases de idiomas y talleres de formación profesional, SERCADE ayuda a transformar la desesperanza en capacidad de acción y autonomía. La educación, en sus manos, se convierte en una herramienta liberadora que rompe con el círculo de pobreza y exclusión.
Solidaridad activa: una llamada urgente
El Papa Francisco, además de orar, nos invita a convertir nuestras plegarias en acción. Desde nuestras, parroquias y organizaciones, todos podemos ser parte de este cambio. Acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados no es solo una misión de organismos como SERCADE; se trata más bien de un desafío para toda la humanidad.
Con frecuencia alzamos muros físicos y simbólicos, de ahí que apostar por el derecho a la educación es proclamar que otro futuro es posible, uno donde todos tienen lugar y voz. Como señala Francisco, "la educación es un acto de esperanza que trasciende los límites de nuestro tiempo". Para los migrantes, significa la posibilidad de contribuir activamente al tejido social, mientras que para quienes los acogen, supone enriquecer la diversidad cultural y humana.
Peregrinos de esperanza
Este Año Santo, bajo el signo de la esperanza, nos invita a reflexionar sobre nuestro papel en la construcción de una sociedad más justa. La oración del Papa Francisco por el derecho a la educación es un recordatorio de las injusticias del presente, además de una invitación para comprometernos con un futuro donde nadie quede excluido.
En ese compromiso, SERCADE nos enseña que la acogida y la educación son caminos de paz que comienzan con pequeños pasos. Oremos, pues, para que cada migrante, refugiado o víctima de la guerra encuentre en nosotros manos abiertas y corazones dispuestos. Que su derecho a la educación sea siempre respetado, y que juntos podamos construir un mundo donde la esperanza no sea una peregrina, sino una residente permanente en el corazón de la humanidad.