Serigne cruzó la playa del Tarajal una fatídica noche de hace 8 años. Ha trabajado en la fresa de Huelva, en la pera de Aragón, en el ajo de Albacete y en el olivo de Jaén. Ahora, con papeles y orgulloso de todo lo que ha construido, conduce un camión y reparte la fruta que otros recogen.
Le gusta viajar por el centro de la península. Nunca nadie le ha preguntado, pero estudió algún curso de arquitectura en Dakar y siempre le ha interesado el románico. Acumula vacaciones para viajar a África cada 2 años y visitar a Fátima, su esposa, y a sus ya 2 hijos que no levantan más de dos palmos del suelo. Les quiere y añora a cada instante. Sobre todo, cuando conduce por alguna carretera de la meseta y anochece. Se suele poner melancólico. Últimamente piensa bastante en traerlos a España. Quizá llame un día a la gente del Programe Afrique para asesorarse. Guarda buen recuerdo.
(En SERCADE México)
Luzilla tiene un puesto en el mercado de los domingos de Chalcatongo. Vende fruta, maíz, nopales y desde hace un par de años orégano orgánico. Se dejó llevar por el consejo de un agrónomo que trabajaba con los padrecitos de la Iglesia y cultivó algunas matas. Ha crecido la extensión y ahora tiene un dinerito extra que utiliza para arreglarse los dientes en el Dispensario junto a la Iglesia.
Siempre tuvo algo de complejo por tener los dientes a puñados. Calcula que el mes que viene podrá terminar con la fila de arriba.
Le gusta cantar en las misas de los domingos pero lo que nadie sabe, su secreto más inconfesable es que siempre soñó con ser cantante como Rocío Dúrcal. Algunas noches se escapa a un bar karaoke, se pinta los labios y canta una rancherita.
Luzilla, Serigne, José y Lucía comparten historias cotidianas vividas en ecosistemas distintos. Son vidas afectadas por dolores y tragedias, no excepcionales, cotidianas. Migrar a otro país, envejecer, cumplir sueños, luchar por salir de la droga, cultivar una amistad, trabajar en lo que se puede, imaginar que todo mejora, rezar por tus seres queridos, son acciones cotidianas que dibujan sus vidas y también las nuestras.
SERCADE (SERvicio CAPuchino para el DEsarrollo)