Ellos le entregaron algo de dinero y le abrazaron. Montado en autobuses y coches particulares logró llegar en pocas jornadas hasta el norte de Camerún y de ahí rápidamente pudo cruzar a Nigeria. Resulta curioso, dice, que pudo conocer su país solamente el día que estaba huyendo de él.
Las regiones aledañas a la frontera norte de Nigeria y Camerún entrañan riesgos. Maiduguri, en la parte nigeriana, ha visto en los últimos 15 años como la violencia de Boko Haram se ha apoderado del día a día de sus habitantes. Secuestros, atentados en mercados, masacres en escuelas, etc. han sido la marca de una organización que con la excusa de imponer la sharia (ley islámica) aterrorizan a la gente más vulnerable. Organizaciones como UNICEF o Save the Children han denunciado la situación de asfixia de la crisis humanitaria sobretodo en la infancia: millones de menores desplazados, reclutamientos forzosos o la infancia utilizada como bombas humanas son ejemplos de la devastadora violencia que vive Nigeria.
Camerún y Nigeria comparten una realidad espiritual mixta. En ambos países las religiones mayoritarias son la cristiana al sur y la musulmana al norte. Pero estas se entremezclan con ritos y tradiciones animistas, con la existencia de sectas extremistas y con la lucha por el poder económico y político que termina por embrutecer todo. Al igual que ocurre en otras regiones del mundo, la religión se convierte en la excusa para legitimar una violencia que en realidad busca dinero e influencia social.
Antonie cruzó Nigeria rápido. La policía le encarceló por estar indocumentado y tuvo que padecer varias noches en una celda que recuerda atestada de gente peligrosa. Se sueña hoy todavía en un rincón de aquella cárcel, simulando entereza, pero con el temor de no saber qué sería de él. Recuerda también noches compartidas con otros compañeros en casas deshabitadas, las pesadillas en las que una anciana que se le aparecía para advertirle del peligro. Recuerda un accidente de coche en el que casi mueren. Y los sueños y los recuerdos se entremezclan para desdibujar un tramo de su viaje que prefiere no revisitar. Nigeria pasó y logro cruzar hasta Kano.
Antonie salió de Duala con otros dos compañeros, uno de ellos al que llamaban Dollar les guiaba (aunque luego en Argelia les dejaría tirados). En Nigeria se sumó un cuarto. Los compañeros de viaje no se olvidan nunca y las historias de los otros se mezclan con la propia. Ocurre también en los sueños, que acaban siendo compartidos. De los cuatro, solamente Antonie llegaría a Europa.
Xabier Parra
Director de SERCADE