A nuestro centro acuden diariamente ciertas personas, o como me gusta llamarlo a mí, pequeños duendes mágicos. En la sociedad actual, nos hemos acostumbrado a que lo más importante son los números. Cuánto tienes, cuánto vale lo que tienes, aunque no necesitemos ciertos artículos cuantos más tengamos mejor.
Hacemos fotos, que muchas veces no son realistas ni objetivas con el único motivo de colgarlas en redes sociales y que se vuelvan virales aunque en poco tiempo ya nadie recuerde esa foto.
En el Centro Social San Antonio somos muy afortunados, pues aquí existe un grupo de personas que piensa diferente, piensa en “calidad” y no en “cantidad”. Aquí somos de “otro equipo”. Somos pequeños. Esto no quiere decir pequeños de tamaño, que seamos pocos o que nuestros actos carezcan de importancia. Formar parte de este grupo significa que eres una persona que valora otras cosas y no lo que la sociedad te exige. Que eres capaz de mirar el mundo con otros ojos y valoras lo sencillo, lo humilde, lo pequeño.
A nuestro centro acuden diariamente ciertas personas, o como me gusta llamarlo a mí, pequeños duendes mágicos. Les gusta pasar desapercibidos, no les gusta que les fotografíen ni les interesa participar en redes sociales, tampoco aparecen en los medios de comunicación, pero además si alguien mostrara su trabajo públicamente pasarían un poco de vergüenza, pues no es su costumbre ser el centro de atención. Les gusta pasar desapercibidos, sin hacer ruido. Ellos son los voluntarios de nuestro centro, que junto con los Hermanos Menores Capuchinos son el pilar y la esencia sobre la que se construye esta pequeña obra social.
En el Centro Social San Antonio existen diferentes voluntariados donde poder integrarse y colaborar. Aquí todos podemos hacer algo buscando el espacio adecuado donde desarrollar mejor las capacitaciones de cada uno. Existen espacios que pasan más desapercibidos y en cambio otros requieres más esfuerzo físico. Todo depende del tiempo de dedicación, gustos, y trabajos a desarrollar. Pero toda colaboración tiene un único objetivo y es el de poder aportar nuestro granito de arena por una sociedad más justa y digna.
Con el voluntariado se presenta la oportunidad de poder compartir espacios y vivencias con otras personas que pasan dificultades y de esta manera colaborar en su proceso para que esa situación tan difícil por la que atraviesan sea lo más corta y menos dolorosa posible.
Comprobar que gracias a esa labor humanitaria que realizan los voluntarios, esos rostros duros, tristes y desorientados pueden devolver una sonrisa o simplemente les da fuerza para luchar por salir adelante, constata que con pequeños gestos podemos ayudar a construir una sociedad más justa y equitativa.
Ser voluntario del Centro Social es vivir y comprobar en primera persona que es posible este cambio, apostando por lo sencillo y lo humilde. Y eso sólo se consigue haciéndose pequeño...
Óscar Matés