Uno de los problemas que suelen aparecer con el paso de los años en muchas personas mayores, y con más frecuencia en las mujeres, es la desgana a la hora de salir de casa para lo que no sea imprescindible, como ir a comprar o ir al médico. Pero la consecuencia de esta manera de funcionar es que la falta de actividad y el aislamiento suponen casi siempre un deterioro acelerado del cuerpo y de la mente, pues la inmovilidad en el domicilio conlleva hacer muy poco ejercicio físico y tener prácticamente como único aliciente el ver la televisión. Por eso, es necesario contar con unos buenos aliados que nos ayuden a vencer esa especie de pereza a la hora de salir y de hacer cosas, y esos aliados serán los amigos.
Con ellos se puede quedar para ir a caminar, ir al cine; tomar un café; organizar una merienda, ir a la parroquia, ir a cursos, a charlas... El contacto con personas amigas nos proporciona tener con quien conversar, sentirnos en compañía, poder comentar nuestras preocupaciones y problemas.
Hacer nuevas amistades es igualmente posible, ya que podemos coincidir en nuestras actividades con personas que comparten las mismas aficiones o valores y esto ofrece facilidades para empezar a hablar y coincidir en los mismos lugares…
El resultado final de mantenernos en contacto con amigos y también con nuestros familiares es una mejor calidad de vida y una salud integral más fuerte.
Por otra parte, también resulta necesario cuidar esa amistad, algo que es especialmente importante a la hora de hacer nuevos amigos. Hay relaciones que se distancian, se estropean o enturbian por malentendidos; o por no decir las cosas a tiempo; o por decirlas a destiempo; por no demostrar interés o afecto; por no respetar los derechos de los demás o sus decisiones…
La actividad de la vida cotidiana no debe impedirnos encontrar un momento para hacer una llamada o quedar para dar un paseo o tomar algo y charlar… Porque si esa relación de amistad nos importa, tendremos que estar atentos a buscar ese hueco para mantener el contacto tan necesario.
Pongamos en práctica lo que nos dice el antiguo refrán: “No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”.